Es imposible olvidar un viejo amor. Más si éste te llenó de felicidad y te dio grandes satisfacciones. Pero por esas cosas del destino, la separación fue inevitable y otras fueron las opciones que se presentaron: rubia (3-4-1-2), morocha (4-4-2), pelirroja (4-3-3)... La primera se convirtió, simplemente, en una alegría placentera (1 PG) que se diluyó rápidamente, tras la lesión de Gio Moreno. La siguiente fue una corta y mala experiencia que se olvidó enseguida (1 PP). La última fue sólo un buen momento (1 PG y 1 PP) que sirvió para recordar que, finalmente, aquel viejo amor era el que verdaderamente valía. Ese esquema (3-4-3) y el buen fútbol demostrado hicieron que Racing se probara la pilcha de candidato. Pero el poco recambio lo confundió, le provocó dudas y tuvo que tomarse un tiempo que lo hizo caer en la irregularidad del torneo (5 PG,1 E y 5 PP).
Por lo tanto, como donde hubo fuego cenizas quedan, Miguel Angel Russo, a pesar de no tener a todos sus intérpretes (Lucas Licht debe una fecha por suspensión) y con la clasificación a la Copa Sudamericana muy cerca, eligió volver a intentar con su primer amor. Ese sistema táctico, que supo disfrutar y tantos resultados le dio, para que ahora, lo acompañe en el camino al altar.
Son cuatro las vueltas importantes: Patricio Toranzo (molestia en un aductor), Roberto Fernández (se le trabó la rodilla derecha antes del partido con Quilmes), Pablo Lugüercio (distensión en isquiotibiales) y Teo Gutiérrez (acumulación de tarjetas). Pero el técnico sorprendió con el ingreso de Gonzalo García, que en este semestre sólo jugó de entrada ante Huracán (y sumó 21 minutos con Boca). Tras la lesión del enganche colombiano, el entrenador tuvo que rearmar su forma de juego y aceitó el tridente ofensivo con dos carrileros que lleguen. El sábado, ante Banfield lo repetirá para volver a la senda ganadora: sí, es un esquema Russo...
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