domingo, 6 de marzo de 2011

Lugüercio le abrió la puerta de su pizzería a Olé y trajo suerte. Un gol, generó otro y figura del partido.


Con el horno prendido. como en su pizzería. Así arrancó el partido Pablo Lugüercio Un festín de pizza y champagne, todo a cuenta del Payaso, que terminó con un carozo atragantado cuando el apetito ya estaba saciado y la Academia ya pensaba en el postre y café.

Lo del delantero fue tan bueno en el primer tiempo que con sólo un remate al arco su equipo ya ganaba por dos goles. Claro, a los nueve minutos definió debajo del arco para poner el 1-0 y luego tiró un centro que se desvió en Mosset para el segundo. Su noche fue genial. Además de su habitual despliegue y sacrificio conmovedor, el Payaso le agregó picante y llegada al gol, ítem que suele ser déficit en la ficha del ex Estudiantes.

Obviamente que los tres goles de Olimpo empañaron una fiesta perfecta y, al igual que todo Racing, su actuación se desdibujó al transcurrir la etapa final. Pero la casaca 7, más oscura en la espalda por el sudor, se destacó cuando Lugüercio dejó el campo a los 34 minutos del segundo tiempo. Para ese entonces ya había jugado hasta de carrilero por izquierda.

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