jueves, 31 de marzo de 2011
Russo decidió que De Olivera ni concentre y que el arco sea para Fernández. El paraguayo había sido titular en el inicio del Apertura.
Miguel Angel Russo no necesitó que Regueiro amagara y pateara al primer palo, que De Olivera le apuntara a la popular local y le acertara a Valeri y/o que Izquierdoz le ganara de arriba a un arquero tan alto como Peter Cech. Ya antes de que Racing fuera este Racing, el peligroso y pretencioso equipo que ha resbalado con Estudiantes y Lanús, el entrenador de la sonrisa marquesina le había pedido al presidente Molina que comprara un arquero. Subrayamos, insistentes: que Racing necesitaba un arquero. Pasaron cuatro meses nomás, y no debería asombrar entonces lo que Russo decidió: luego del 1-4 con Lanús y la famosa sensación de inseguridad, Jorge de Olivera no atajará contra Tigre. El paraguayo Roberto Fernández estará entonces en un Racing que está a tres puntos del líder Estudiantes e intentará continuar a la sombra al campeón.
De Olivera se enteró ayer, cuando sus compañeros se preparaban para la práctica de fútbol y Russo le dijo que se fuera al gimnasio. En Racing asombró la decisión. Al cuerpo técnico le había gustado que los compañeros bancaran al arquero (en los micrófonos y el vestuario) y hasta el martes a la noche se preveía que iba a jugar Dida. “Me hago cargo de todo”, había dicho el arquero en un mano a mano que -visto lo de ayer- también perdió. A De Olivera no lo salvó el recuerdo de haber sido el mejor jugador de Racing en la última temporada, con 5,99 puntos de promedio . El equipo de Russo es el más goleado de los que pelean por el título (con diez) y el arquero lo amonestaron por ésa, por ésta y por aquélla: el gol de Mouche, los centros de Olimpo y la goleada de Lanús.
Roberto Junior Fernández ya había reemplazado a Dida en el inicio de la última temporada. Lesionado el ex arquero de Chicago y Colón, el paraguayo jugó en el 1-0 con All Boys, el 2-1 a Boca, el 1-2 ante San Lorenzo y el 0-1 con Olimpo. Una veloz radiografía los emparenta: los dos son altos, los dos son rápidos para ir abajo y ninguno de los dos aprovecha su altura (el Gato, 1,91 metro). Menos arqueros que atajadores, se destacan en el peloteo pero les cuesta pisar el área con determinación, contagiar tranquilidad cuando los balazos no llegan tan seguido. Los equipos grandes demandan eso: sobriedad, imanes en lugar de guantes, ubicación. “Quiero una revancha lo más rápido posible”. La revancha será -por el momento- del Gato, sólo del Gato, que atajó por última vez el 29 de agosto del 2010.
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